Restaurante La Cabaña: jugar y comer

Picnic en la Cala del Pino. La Manga
Nos podemos fiar más o menos de la Guía Michelin, pero lo cierto es que, a día de hoy, marca las tendencias y define las posiciones de forma generalmente aceptada entre los restaurantes de las diversos continentes. En el caso español, aupó a Ferrán Adriá y su equipo como el mejor restaurante del mundo durante varios años y fue seguida por otros medios.

En Murcia únicamente contamos con un restaurante estrellado: LA CABAÑA de la Finca Buenavista. Seguramente algún otro se lo merezca igualmente, pero es lo que hay. El pasado viernes 22 de febrero Rocío, mi mujer, quiso que nos diéramos un homenaje gastronómico... y allí fuimos.


Hace pocos meses había estado en Murcia Gastronómica comiendo una pequeña representación de lo que ofrece el restaurante de Pablo González que, según sus propias palabras y nuestra experiencia, no era ni la mitad de lo que se ofrece en LA CABAÑA. La experiencia fue divertida y deliciosa.

Pescando por el Polo
Pedimos el menú degustación largo LA CABAÑA y, a media comida, me di cuenta de cómo lo habían estructurado: primero jugamos y provocamos al comensal, después empieza lo serio, los platos con entidad y peso gastronómico. Que no parezca que desmerezco la primera parte, ni mucho menos, en la que nos divertimos muchísimo y sirvió para que fuéramos entrando en el menú de una manera divertida y desenfadada, algo que se agradece en este tipo de restaurantes en los que los formalismos y rigideces pueden llegar a intimidar al no acostumbrado, como yo. Lo más característico de este juego fue que casi todos los platos se comían con la mano y la presentación de los platos con utensilios que simulaban, a escala, cosas totalmente apartadas de la mesa de un restaurante.


La Nevera
El juego empieza con un plato que recrea la Cala del Pino, te sorprende por su nombre y presentación: caracolas, hierbas, pan rallado como arena y, de comer, una gelatina de Bloddy Mary y un mejillón con verduritas en escabeche. A continuación, Pescando en el Polo: una cañita de pescar para que recojas carrete y pesques un trocito de salmón con sésamo de wasabi y cebolla en tempura, en el cubo zumo de naranja y sake... delicioso y divertido.

La provocación sigue con un mini-frigorífico en el que se guardan varias tapitas: una de migas!, un bocadillo de calamares que se come con el papel de envoltorio incluido, una endibia con salsa, una fajita de verduras asadas, una imitación de caviar (quizá lo menos conseguido) y dos trocitos de mini-pizza que no desmerecían. Esta primera parte de la comida termina con un farolillo del que había que extraer una cazuelita en la que se degustaba una carbonara original que uno mismo termina de elaborar.



Farolillo con yema de codorniz, parmesano y carbonara


Ensalada de bogavante con verduras eco en su jugo
Hasta aquí, casi todo lo presentado carecería de sentido en este restaurante si no hubiera ido acompañado de una presentación provocadora. A partir de aquí empiezan los platos que te provocan en la boca. Entre estos, la ensalada de bogavante, fina y deliciosa, el solomillo de corzo con trigo presentado en el interior de una gran piedra (de verdad) y el Danton, exquisito y jugoso. Además de los tres dumplings, especie de tortellini rellenos uno de bogavante, otro de seta y otro de carrillera, estéticamente muy llamativo y deliciosos de comer.

Dumplings
El menú largo incluye quesos, en los que nos decantamos por los azules y que nos sorprendió con un queso cremoso curado en agua de mar, acompañados de pan de cristal.

Terminamos con un prepostre con frutas de temporada y el postre: lágrimas de chocolate con piña colada.



Con el café los petit four, ahora presentados en una caja metálica, abundantes y, en general, bien elaborados.




Pichón asado con crema de cardo, borraja y acelga amarilla

Pichón asado con crema de cardo, borraja y acelga amarilla

Lomo de corzo con yogurt y pimientos

Quesos y pan de cristal

Prepostre: crema de caqui con fruta de temporada

Piña colada

Petit fours

Pablo González estuvo en todo momento atento, simpático y explicando los platos más característicos, y quiero hacer referencia a la juventud y buen hacer del equipo de sala.

En total, incluyendo una botella de Borgoña, Vincent Girardin 2010 A.O.C. Bourgogne (excelente recomendación del maitre, al que le hicimos saber de nuestra preferencia por los vinos suaves) que nos bebimos la cuenta fue de 186 euros (93 euros por persona). Empezamos a comer a las 15.15h y terminamos a las 18.20h, menú justo y nada pesado. Está claro, no se puede ir todos los fines de semana, pero como experiencia cada cierto tiempo es totalmente recomendable. A estos restaurantes no solo se va a comer...

2 comentarios:

  1. Yo estoy contigo, es un restaurante al que merece la pena ir al menos una vez y salir de la monotonía. Para mí el precio está justificado con un menú tan largo y una atención de casi tres horas en la mesa por un equipo tan grande. Creo que El Palacete de la Seda acabará sumándose al elenco de las estrellas Michelín más temprano que tarde, aún así yo le daría también premios a otros restaurantes menos vanguardistas pero en los que comer es una delicia como Morales o Virgen del Mar. Un saludo

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  2. De acuerdo contigo Pablo, seguramente Paco Morales consiga que El Palacete de la Seda pasee una estrella Michelín, es un cocinero que está vanguardista, innovador, con talento y juventud. Espero que pasarais una buena jornada el sábado en la quedada, a la que no pude asistir al final por cuestiones familiares... ya he visto tus post al respecto: divertidos, como siempre.

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