Cena en Pura Cepa


Llegamos a las 21.00 horas y una joven camarera nos acompañó a la mesa que, como había pedido al reservar esa misma mañana por teléfono, estaba en un lugar discreto. Bueno, todo lo discreto que podía ser en el pequeño salón que, dicho sea, está superpoblado de mesas y sillas.

Como había entre nosotros quien no había estado nunca en Pura Cepa nos decidimos por el menú degustación con maridaje, que es el mismo año tras año.

Empezamos con unas croquetas de gamba roja que, aunque estaban un poco doradas de más, eran tiernas, melosas y con mucho sabor. Después la brocheta de queso fresco con mojama, original en la combinación y divertida. El maridaje que ofrecieron fue un cava rosado Jaume Serra que aportó frescura y ligereza para empezar la velada.

La segunda parte del menú, acompañada por un vino de Rueda (Perro Verde) afrutado y suave, empezó con la ensalada de mezcla de lechugas al humor del chef, la materia prima de buena calidad y acompañada por una salsa de yogurt apropiada. Pasamos al Carpaccio de atún marinado con emulsión de ajo-tomate que, sin duda, fue lo más celebrado de la noche por el alioli con tomate que acompañaba al atún y que combinaba a la perfección. El zarangollo enriquecido con huevas de mújol pasó más desapercibido pero hay que reconocer que la sepia y la hueva dan un toque original a este plato.

El tercer bloque del menú arrancó con un montadito de presa ibérica con piquillo caramelizado. El piquillo fue sustituido por cebolla caramelizada, menos original pero acertada, la carne buena aunque llegó un poco fría a la mesa, y el pan algo duro. La carrillera estofada en su jugo con patatas paja estaba bien cocinada aunque reconozco que otras recetas de carrillera me resultan más sabrosas. El maridaje en este caso fue menos lucido y el Carchelo (tinto de Jumilla) se quedó en las copas… no estuvo a la altura del Rueda anterior.

Los postres fueron lo más flojo de la cena. De menos a más dulce: vasito de frutas con jugo (apetecible), mousse de queso (demasiado sabor a nata), panna cota que sustituyó al Alexander que aparecía en la carta (calorías vacías) y taco de chocolate amargo (los amantes del chocolate se tomaron la mitad).

Si es cierto que la primera vez que estuvimos nos sorprendió, ha perdido esa capacidad de sorpresa porque ni la carta ni el menú degustación ofrecen variantes desde hace tiempo. Además, el servicio que nos prestó la joven camarera fue algo burdo… ¿habéis tenido alguna vez la sensación de que molestáis en un restaurante? Otra cosa, resulta incómodo que interrumpan relaciones públicas de locales de copas para ofrecer copas baratas, eso mejor que lo hagan en la calle. Pasará tiempo hasta que decidamos repetir.

El precio por persona fue de 36 euros, y nos invitaron a los cafés e infusiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Imprimir/pdf

También te puede interesar...

...